Por Rosa Merlano
En un mundo donde hasta los pingüinos de islas deshabitadas enfrentan aranceles por parte de Estados Unidos, Cuba ha logrado lo impensable: escapar de la última ronda de gravámenes impuestos por Donald Trump. Mientras otros países se apresuraban a calcular los daños económicos, en La Habana no faltaron las teorías conspirativas. Según el gobierno cubano, esta decisión no es un descuido ni un gesto de buena voluntad, sino "una nueva patraña del imperialismo". Porque si algo caracteriza al discurso oficial cubano, es la capacidad de encontrar intrigas hasta en las omisiones.
Desde los pasillos del poder en La Habana, algunos funcionarios sugieren que esta aparente indulgencia es una maniobra para confundir al pueblo cubano. "Es una estrategia para dividirnos y sembrar dudas sobre nuestras convicciones revolucionarias", habría dicho un analista político cercano al régimen. ¿La evidencia? Bueno, como suele ocurrir con las teorías conspirativas, no hace falta mucha.
Por su parte, Trump, fiel a su estilo mediático, presentó su política arancelaria con gráficos llamativos y frases contundentes, sin mencionar a Cuba ni una sola vez. Tal vez porque la isla no representa un socio comercial significativo o tal vez porque simplemente lo olvidó. Pero en La Habana, el silencio fue interpretado como algo mucho más calculado. "Es una táctica para aparentar desinterés mientras continúan sus intentos de desestabilización", afirmó un editorial en Granma, el periódico oficial del Partido Comunista.
Mientras tanto, los cubanos de a pie observan este intercambio con una mezcla de incredulidad y humor. En las calles de La Habana ya circulan chistes sobre cómo Trump podría estar planeando abrir una torre en Varadero o lanzar una cadena de Mipymes con su nombre. Porque si algo no falta en Cuba, es la capacidad de reírse incluso de las teorías más extravagantes.
Resumiendo, la omisión de Cuba en la lista de aranceles globales de Trump ha generado más preguntas que respuestas. Para el gobierno cubano, es una prueba más de las "estrategias imperialistas" disfrazadas de indiferencia. Para el resto del mundo, es simplemente otro capítulo surrealista en la larga historia de tensiones entre ambos países. Y para Trump… bueno, probablemente solo era martes.