Por Rosa Merlano
En la reciente apertura del supermercado de 3ra y 70 en La Habana, se ha desatado una ola de críticas y risas nerviosas ante la insólita oferta de leche de rata a un precio exorbitante de 12 dólares el litro. Este nuevo establecimiento, parte del plan del régimen cubano para dolarizar la economía, ha sido recibido con incredulidad por los cubanos, quienes ven en este producto una burla a su situación.
La leche de rata, presentada como un "producto de gama alta", es comercializada con la etiqueta de ser "revolucionaria" y "saludable". Sin embargo, muchos cubanos se preguntan cómo se puede justificar tal precio en un país donde la escasez de leche es crónica. Las opiniones sobre esta oferta son variadas: algunos dicen que es una "leche revolucionaria, que nos vende la revolución", mientras que otros simplemente la ven como un insulto a su inteligencia.
Este supermercado, que solo acepta pagos en dólares o tarjetas internacionales, se ha convertido en un símbolo de la **desigualdad económica** en Cuba. Mientras los estantes del 3ra y 70 están repletos de productos importados y de lujo, los mercados en pesos cubanos sufren de un alarmante desabastecimiento. La población ha comenzado a referirse a este lugar como el "príncipe y el mendigo", una referencia clara a las diferencias abismales entre las tiendas en dólares y aquellas que operan con moneda nacional.
La situación ha llevado a muchos a cuestionar no solo la calidad de los productos ofrecidos, sino también la ética detrás de su venta. Con un gobierno que parece más interesado en llenar sus arcas con divisas extranjeras que en satisfacer las necesidades básicas de su pueblo, el supermercado 3ra y 70 se erige como un monumento a la ironía y el absurdo. En un país donde el salario promedio no alcanza ni para comprar un litro de leche normal, la idea de adquirir leche de rata se convierte en una sátira cruel sobre la realidad cubana.
Por su parte las redes sociales han estallado con memes y comentarios sarcásticos sobre este nuevo "delicatessen", mientras los cubanos continúan lidiando con su cotidianidad marcada por la escasez y la desigualdad. La leche de rata puede ser solo un producto más en el estante del supermercado, pero su simbolismo va mucho más allá: refleja un sistema que ha convertido lo absurdo en norma y lo inalcanzable en un lujo.