El régimen cubano ha decidido celebrar un evento que, a primera vista, podría parecer un homenaje a la valentía de su líder, Miguel Díaz-Canel, pero que en realidad es un intento de reescribir la historia de su famosa huida en 2019. En una peculiar ceremonia conocida como "La maratón de la solidaridad", el gobierno ha tratado de convertir su apresurada salida de Regla, tras el devastador tornado que arrasó la zona, en una especie de carrera altruista.
El contexto de la huida
El 27 de enero de 2019, Regla fue golpeada por un tornado EF4 que dejó a su paso destrucción y caos. Con vientos que alcanzaron los 300 km/h, el fenómeno natural causó graves daños y cobró varias vidas. En medio del desastre, Díaz-Canel visitó la zona afectada, pero su reacción fue todo menos heroica: salió huyendo ante las protestas ciudadanas que lo acusaban de ser un "descarado" por no enfrentar la realidad del pueblo que sufría.
La reinterpretación del régimen
Ahora, el régimen ha decidido celebrar esta huida como si se tratara de un acto de solidaridad. En lugar de admitir el miedo que sintió su líder ante la ira del pueblo, han optado por presentar el evento como una maratón benéfica. Esta estrategia se asemeja a una farsa teatral donde los actores intentan convencernos de que lo que vimos no fue más que un malentendido; después de todo, ¿quién no saldría corriendo en medio de una tormenta?
Reacciones y memes
Las redes sociales han explotado con memes y comentarios sarcásticos sobre esta celebración. Muchos cubanos han recordado con humor negro cómo el presidente se convirtió en el corredor más veloz del Caribe justo cuando los ciudadanos exigían respuestas y apoyo. La ironía no se pierde: mientras el régimen intenta glorificar un acto de cobardía, el pueblo sigue lidiando con las secuelas del tornado y la falta de atención gubernamental.
La "maratón de la solidaridad" no es más que un intento desesperado del régimen por cambiar la narrativa sobre Díaz-Canel y su gestión. En lugar de enfrentar sus errores y escuchar al pueblo, prefieren disfrazar la realidad con eventos ridículos. Al final del día, los cubanos saben que la verdadera solidaridad no se mide en carreras ficticias, sino en acciones concretas para reconstruir sus vidas después del desastre.