Eduardo del Llano se autoproclama 'revolucionarie hijo de puta' y los cubanos lo ponen en su lugar

Por Benito Camelo 

Más apagado que un grupo electrógeno en el campo, Eduardo del Llano, conocido defensor del régimen castrista y autodenominado escritor, ha decidido dar un paso más allá en su ya cuestionable carrera pública. En una publicación en su página de Facebook, Del Llano anunció que, gracias a la ideología de género, ahora se identifica como un "revolucionarie hijo de puta". La declaración, que parece más un intento desesperado por llamar la atención que una reflexión seria, no tardó en generar una avalancha de respuestas cargadas de sarcasmo e ingenio por parte de los cubanos.  

El pueblo responde: entre risas y verdades

Lejos de sorprender o escandalizar, la confesión de Del Llano fue recibida con el humor ácido que caracteriza a los cubanos. "Ya lo tuyo es avaricia", comentó un usuario, sugiriendo que el escritor busca acumular este tipo de títulos tan rápido como el régimen acumula fracasos. Otro respondió: "Eso es redundancia", dejando claro que la etiqueta de "hijo de puta" ya venía implícita en su rol como defensor del sistema.

Pero las respuestas no se quedaron ahí. Alguien escribió: "La moringa esa que te metes te está haciendo daño, y la palabra no es moringa, aunque sí termina en 'inga'". Otro fue aún más directo: "Si lo que quieres es que Raúl Castro te masajee la próstata, ya con esto seguro te ganaste un VIP en Cayo Saetía". 

Las redes sociales se llenaron rápidamente de memes y comentarios burlándose del escritor. Para muchos, este nuevo intento de protagonismo no es más que otra muestra del servilismo intelectual al que algunos están dispuestos a llegar para mantenerse a flote dentro de la élite oficialista.  

¿Revolucionario o bufón?

Del Llano ha sido durante años una figura polémica dentro del panorama cultural cubano. Aunque en sus inicios fue visto como un crítico moderado del sistema, sus declaraciones y acciones recientes lo han colocado firmemente en el bando de los defensores incondicionales del régimen. Sin embargo, esta última declaración parece haber cruzado una línea incluso para sus seguidores más fieles.  

El problema no es solo el contenido absurdo de su afirmación, sino también el tono condescendiente con el que intenta burlarse del pueblo cubano. En un país donde las carencias materiales y la represión política son el pan de cada día, declaraciones como esta no hacen más que subrayar la desconexión entre los privilegiados del sistema y la realidad cotidiana de los ciudadanos.  

El teatro del absurdo revolucionario

En última instancia, Eduardo del Llano parece haberse convertido en un personaje salido directamente de uno de sus propios guiones: un bufón atrapado en el teatro del absurdo revolucionario. Mientras él juega con etiquetas y busca titulares, el pueblo cubano sigue enfrentándose a una vida marcada por la escasez y la falta de libertades.  

Quizás lo más irónico de todo sea que, al identificarse como un "revolucionarie hijo de puta", Del Llano finalmente haya dicho algo con lo que todos pueden estar de acuerdo. Como bien le respondieron en su publicación: "Cuéntanos algo que no sepamos".